Traumas que no se recuerdan
Los psicólogos definimos el trauma psicológico como las secuelas que dejan aquellas vivencias en las que nuestra vida ha estado en peligro y que no han conseguido resolverse de una forma adecuada, es decir, que han alterado las creencias básicas sobre uno mismo, el mundo y los demás. Podemos considerar estas secuelas como heridas que no acaban de sanar.
Pierre Janet lo definió como las consecuencias de una exposición a un acontecimiento estresante y que sobrepasa las capacidades de afrontamiento de la persona.
En determinadas circunstancias, donde la persona se siente en peligro puede verse sobrepasada por sus emociones, impidiendo que los recuerdos del suceso traumático puedan procesarse e integrarse de una forma óptima en las distintas narrativas que conforman nuestra historia, generando percepciones sensitivas perturbadoras y comportamientos de evitación de todo aquello que nos recuerda al acontecimiento traumático.
Evitar todas aquellas situaciones y lugares que le recordaran esa agresión
El trauma actúa bloqueando los recuerdos en las redes cerebrales a nivel neuroquímico y el cerebro no logra integrarlos en la memoria autobiográfica, quedándose enquistados, generando un intenso malestar y provocando el desarrollo de conductas evitativas. Así, una persona que sufre una agresión en la calle podría empezar a evitar todas aquellas situaciones y lugares que le recordaran esa agresión, ya que reexperimenta de nuevo el suceso traumático. Entonces, una de las consecuencias más probables sería empezar a evitar todos aquellos lugares, personas o actividades que desembocan el revivir del trauma, limitando cada vez más la vida de la persona y llegando, incluso, a recluirse totalmente en casa.
La razón porque en algunos casos no se logra este procesamiento del contenido vivencial traumático es debida a ciertos esquemas mentales previos que pueden predisponer a la persona a no ser capaz de integrar un suceso amenazante, sobre todo si es de gran magnitud. Así, tener ciertas creencias rígidas sobre la amenaza personal, la vulnerabilidad y el mundo son elementos que favorecerían que la persona pudiera desarrollar un trauma.
Otra de las razones de no integrar la experiencia traumática de forma funcional se debe a que se codifica en mayor medida información sensorial amenazante, ignorando, por otra parte, procesar todos aquellos indicios y pruebas positivas, benignas o adaptativas de la situación y que contradicen las predicciones más catastróficas.
A veces que no hay palabras para explicar lo que sucedió
De otro lado, la forma y los lugares de almacenaje de esta experiencia traumática, en redes neuronales disfuncionales, impide que este tipo de contenido traumático sea incapaz de comunicarse con aquellas partes funcionales de nuestro cerebro. Nos encontramos a veces que no hay palabras para explicar lo que sucedió porque el trauma como explica Carvalho (2012) “reside en el hemisferio derecho del cerebro y las palabras se encuentran en el hemisferio izquierdo (área de Broca) que es el hemisferio del lenguaje.” Como los dos hemisferios no se comunican, no hay manera de poder atribuirle significado a aquello que sucedió. De esta forma, la información disfuncional se encuentra desconectada de las herramientas que permitirían procesar y resolver adaptativamente el recuerdo traumático.
El trauma como explica Carvalho (2012) “reside en el hemisferio derecho del cerebro y las palabras se encuentran en el hemisferio izquierdo (área de Broca) que es el hemisferio del lenguaje.”
El EMDR en el tratamiento de recuerdos traumáticos
Existen diversos acercamientos para reprocesar el contenido traumático que se han demostrado eficaces. La terapia cognitivo conductual es uno de ellos. Otra forma de superar un suceso traumático que arrastramos con nosotros es reprocesar el contenido traumático mediante la estimulación bilateral de los dos hemisferios. Es lo que hacen las nuevas terapias de reprocesamiento como el EMDR y el Brainspotting, que ayudan a crear nuevas conexiones cerebrales, permitiendo la aparición de nuevas informaciones, expandiendo las redes y canales bloqueados y reintegrar esos recuerdos traumáticos de forma funcional, adquiriendo nuevas percepciones más resolutivas.
Si has sufrido algún suceso traumático y reexperimentas frecuentemente el acontecimiento causándote un malestar significativo no dudes en ponerte contacto conmigo para que pueda orientarte y empezar cuanto antes un tratamiento psicológico.